El día que conocí a Martín Caparrós

 Crónica 💜

Ni en la Feria del Libro en Bogotá, ni en el Festival de Gabo. Siempre tuve otra actividad que me impedía un encuentro con el gran Caparrós. Pero en Zaragoza España lo logré, no sé si por casualidad, por el destino, porque el universo conspiró, no sé, cuál fue la razón, pero lo ¡logré!

Periodista Martín Caparrós y Diana Socha

Supe de él por una entrevista, en video, que le hicieron a Leila Guerriero, cuando aseguró que de Martín había tomado hasta los huesos como referencia para escribir crónica periodística. En ese momento, estaba buscando actualizar mis lecturas para que los estudiantes encontrarán autores latinoamericanos para leer. Los referentes que trabajaba en clase eran anglosajones y algunos colombianos. Así llegué a Caparrós. Mi guía fue, para mi, la mejor escritora de crónica periodística, la argentina Leila, y resulta que ella, tenía su propio gurú del periodismo literario.

El primer libro que leí de él fue El Hambre y ese semestre, lo propuse con el curso para leerlo. Unos pocos lo finalizaron, pero la conversación que generó este libro en una de las últimas sesiones de mi clase Taller de Narrativas Periodísticas, fue fundamental, para continuar leyendo a este autor. Lo que más me gustó de este ejercicio, fue que leí junto con mis estudiantes, casi siempre recomendaba lecturas que yo ya había hecho, así que me enfrentaba con un texto que tal vez no era pertinente para la clase, pero esto no pasó, tanto los estudiantes, como yo, descubrimos un gran potencial en las páginas para compararlo con lo que teóricamente veníamos hablando en clase.

***

Caminaba por Zaragoza España, después de finalizar la sesión académica, en un congreso en donde participaba Jaime como ponente, llegamos a la librería Calamo. Un mural imponente, los libros gigantes, eran los protagonistas y eso llamó mi atención desde lejos. Luego, vi un local con solo libros para niños y niñas, y junto a él la gran librería de dos pisos. Libros perfectamente organizados. Revisé sin ningún afán los libros que llamaban mi atención. Me puedo quedar horas perdida en los anaqueles repletos de libros. Busqué autores colombianos y luego, me encontré, en varios lugares, estratégicamente ubicados, libros de Caparrós. Pensé que era porque ahora este argentino, vivía en España, supuse que era muy conocido en Zaragoza y por eso veía sus títulos allí. Jaime, me dijo que escogiera el libro que quisiera, que él me lo regalaba, (esa frase me genera emoción y mucha ansiedad, porque sé que debe ser solo uno, no puedo abusar, entonces, elegir uno debe ser todo un reto, debe ser la mejor opción) me vio dudando, después de ver que en mis manos paseaban títulos de Caparrós, no estaba segura, pero cuando me dice: "escoge uno de Caparrós", no dudé, escogí una novela, esa faceta de Caparrós no la conocía. Me había deleitado con: LaCronica y Ñamérica, dos maravillas perfectas para mis clases, pero como ahora estoy en un largo descanso de la academia, decidí probar el género al que le he estado dedicando muchas horas.

En la caja, Jaime pasó dos libros que él escogió, y finalmente pasó: Un día en la vida de Dios, cuando el librero vio que era de Caparrós, dijo: "Hoy tenemos a Caparrós en la librería como invitado, va hablar sobre el último libro que escribió", si gustan esperarlo. Jaime me miró, sabía mi respuesta, pero me preguntó, "¿quieres esperarlo?" La expresión en mi cara fue la respuesta. El librero me entregó en las manos el nuevo libro: El mundo entonces, una historia del presente, como motivando una nueva compra, pero no cedí, primero quería escucharlo, me mentí.

Salimos con los libros y mi corazón acelerado, no podía creer que por fin estaría frente a frente con el mejor escritor de periodismo narrativo de argentina y Latinoamérica (título personal) decidimos comer algo antes del evento - teníamos el tiempo justo. Comí una pizza y me tomé la cerveza, mientras pasaba el tiempo y podía encontrarme con el escritor. Cuando decidimos regresar a la librería, ya estaba llena de gente. A Martín lo estaban entrevistando donde estaba la sesión de los niños y niñas. Nos ubicamos en la parte de atrás. Él entró con una enorme sonrisa, diciendo "buenas noches". El periodista español lo recibió con cariño y respeto. Agradeció su presencia en la librería y comenzó con la introducción. Hizo un gran resumen de la influencia que los textos de Caparrós habían tenido para su carrera como periodista y que en su biblioteca no podía faltar ningún libro del autor. El reconocimiento que se escuchaba esa noche, no era solo porque el autor estuviera allí, y fuera el centro del evento, es porque ese es el sentir de muchos periodistas a nivel mundial.

Habló de las preguntas simples, esas que parecen "tontas" pero que tienen mucho sentido, por ejemplo, por qué seguimos usando pantalones, esos dos tubos que nos hacen sentir tan cómodos, a quién se le ocurrió y por qué razón en las culturas más cerradas, ahora los usan. Lo sencillo, lo simple, lo básico, términos que hacen parte de su nueva obra, un texto, lleno de vivencias y sí, me dieron ganas de comprarlo.

Le pregunté cuáles libros había leído para apoyar los temas que trataba su última obra y hubo un silencio largo, él miraba los libros del segundo piso, tratando de recordar y con sinceridad sonrió, me miró y me dijo: "no lo recuerdo", hubo risas y luego se sintió incómodo, creo que la pregunta lo obligaba a responder algo que me dejara satisfecha, así que me dijo: "tal vez leí un libro sobre navegar, es una de las cosas que quería hacer. Tenía un proyecto de irme a recorrer una parte del océano, desde China, pero la verdad fue que no lo pude cumplir, porque llegó esta enfermedad, que me cambió todos los planes" hizo una pausa, y casi como disculpándose, me dijo: "seguramente leí algo más, pero ahora no lo recuerdo". A él se le perdona eso, porque en su vida a leído no solo libros, sino, experiencias vividas, y nos lo ha compartido con cada ejemplar escrito. 

Confesó también, hablando de olvido, que en el tren de Madrid a Zaragoza, tuvo que leer parte de su último libro, para la presentación de esta noche, porque no recordaba algunas cosas. Esto es normal, porque el acto de escribir y reescribir, se queda en un momento, luego, al leerlo, aparece una sensación extraña, es como si no lo hubiera escrito y apareciera automáticamente un juez, para corregirlo. Así que también, fue aceptado su comentario del olvido por lo que había escrito.

Aplausos. Y la fila para que Caparrós nos firmara los libros. Llegué de terceras. Las dos personas que estaban adelante hablaron mucho con él, pero no le pidieron foto. Yo tuve que romper esto, necesitaba tener este recuerdo para siempre. Pero primero le pregunté a Caparrós que si me dejaba tomarle una foto (no quería incomodarlo tomándole la foto sin preguntar) para mostrarle en redes a mis estudiantes que por fin lo había conocido, él sonrió y me dijo que por supuesto podía tomar la fotografía. Me preguntó que de donde era y se sorprendió por el libro que iba a firmar. Antes que escribiera, (tengo esa costumbre cuando conozco a los escritores que admiro) hablé mucho, seguro por los nervios, o por la emoción, o por las dos sensaciones, le dije que mis estudiantes lo habían leído y que muchos lo admiraban, igual que yo, que no había podido coincidir con él en Bogotá, en ninguno de los eventos donde él había estado y que hoy, con sorpresa, todo se había dado para que estuviera frente a él. Misma hora, día y lugar. Él sonrió, dio las gracias y comenzó a escribir: "Qué bueno, Diana, que hayamos coincidido aquí, tan ¿lejos? Suerte" y su firma. Me miró, volvió a sonreír y me dio las gracias. Yo le devolví las gracias y le pedí a la persona que estaba detrás de mi, que me tomara una foto. Salí entre los libros, y escuché a la mujer que me tomó la foto decir: yo no tengo estudiantes, pero la gente que me rodea, también te admira, volteé la cara, la miré y nos reímos las dos, cómplices de una verdad💜


Más contenido en...


Comentarios

Entradas populares