El Sabor de la Comida

Reseña 🎥 

Todo de Rosa. Bogotá - Marzo 2023 Foto:CamilaForeroSocha
¡Qué delicia de comida! Pocas veces me ha salido esta frase y ahora entiendo que no es porque la comida que haya probado tres o cuatro veces al día, no me haya gustado, sino porque nunca me detengo cuando estoy frente a ella y la siento en mi boca. Las horas se pasan tan rápido, en un momento abres los ojos y sabes que debes iniciar el día y al momento ya estas apagando las luces y asegurándote que la puerta principal de la casa está bien cerrada para entrar al cuarto y dormir hasta el otro día. No tienes tiempo de saborear y mucho menos de pensar si quedó bien o simplemente detectas lo básico, tiene sal o no. Puedes dedicarle unos minutos a pensar en qué se va a preparar, pero al momento de sentarte a comer, tienes otras cosas en la cabeza que no dejan estar consciente de ese instante: eres tú con la comida, nada más.  Alguna vez me preguntaron qué tal cocinaba y mi respuesta es sincera, previamente analizada: “mi comida es comible, nada fuera de lo común”. Algunas veces queda delicioso y se nota en expresiones sutiles de los comensales, abren los ojos, hacen un sonido, algo parecido a: mmmmm, y luego llega la expresión: “¡qué delicia de comida!”.

Las abuelas y las mamás dicen que la comida es la manera de decirle a su familia que los aman, y esa frase a mí me pesó siempre, porque soy realista, yo no nací con ese don. Afortunadas las que cualquier cosa que ponen en la olla, al servirlas les sabe delicioso. Esa sensación que impulsa a repetir, aunque sea un poquito más, es frecuente en las casas donde la comida se disfruta. Otra frase muy frecuente de ellas era: “al hombre se conquista por la comida”, menos mal que nunca creí en esa frase, porque seguramente estaría sola en este momento. La idea de la preparación y mezcla de sabores, la historia se la atribuyó a la mujer. Ella era la encargada de ubicar los objetos y los alimentos de manera que pudiera moverse como pez en el agua, sin interrumpir el ritmo que llevaba, una danza que nadie comprendía ni se atrevía a interrumpir, porque al menor intento de ayuda, lo sacaban espantado de ese espacio armónico y misterioso: su cocina. Tiene el tiempo y la medida exacta para cada cocción, sin una receta previa, ella, inventa la receta. En medio de su desorden, tienen un orden. Son unas magas en ese escenario que desde siempre ha sido señalado para la mujer. Afortunadamente la historia cambió y esa transformación le permitió al hombre también dejar su creatividad y su esencia en ese mágico lugar.

"No importa cuan deliciosa sea tu comida, cuan bien se vea, ni cuan creativa sea, nunca le ganarás a una convicción", es una de las frases que me llamó la atención en la película Hambre, de Netflix y fue el motivo de escribir este texto. Hace algunos años leí Hambre de Martín Caparrós (leerreseña) y me impactaron muchas cosas, entre ellas, que algunas personas del mundo viven para tener algo qué comer. Buscan un trabajo diario, para poder comprar harina y preparar un pan para toda su familia, intentar comprar un poco de leche para darle a sus hijos, uno de los sueños de una mujer entrevistada, era tener una vaca, así tendrían leche que su familia pudiera tomar y también para vender y comprar otra vaca, para que cumpliera la misma función, así nunca tendrían hambre.  Y para mí, es frustrante saber todas esas historias y no poder hacer nada para que eso cambie.  Entonces, cuando este personaje piensa, con prepotencia, que los ricos deben gastar su dinero en la comida que él prepara, aunque no sea buena, solo por la experiencia de comer lo que prepara un chef reconocido, posicionado, digo que tiene la razón, y no porque yo sea millonaria, ni esté dispuesta a pagar exclusividad de un chef para reuniones (que nunca hago) sino, porque sí reconozco que he pagado cuentas altísimas en restaurantes solo por la experiencia de haber entrado en un lugar reconocido, por tomar fotografías. Muchas veces he salido decepcionada y arrepentida, no por la experiencia, sino por la comida, finalmente esa es la razón principal por la que quiero entrar al lugar. 

Hace un tiempo vi el video de unos jóvenes que hacen diferentes retos, entre ellos, fueron al restaurante de un chef que los medios hicieron “popular”. Los jóvenes, contaban que no les había gustado la comida y realizaron una serie de criticas que me parecieron honestas y transparentes. Supe, que el chef se enteró de los comentarios y dijo, algo así como que, la comida que él preparaba no era para ese estilo de comensales, o algo así entendí y pienso que no se trata de quién puede pagar por la comida, si no más bien, quienes disfrutan de esas mezclas que usan en un plato. No a todos nos gustan los mismos productos, y no tiene por qué ser así, algunas combinaciones suelen ser rechazadas por muchos paladares y así como algunas personas les puede gustar, otras, en cambio, están en su derecho de rechazarlas.

Lo interesante de la película Hambre, es la importancia que le dan a la mezcla de los sabores en un plato y su presentación, pero más que eso, es comer poniendo todos los sentidos, sobre todo, despertando el sentido del gusto, poco usado, y entender si cada textura, mezcla de sabores, incluso si el color es agradable para mí, si disfruto con cada bocado que llega a mi lengua, paladar y garganta. Lo importante, creo yo, es que la persona que esta frente al plato, sea consciente de ese momento en que se va a encontrar con la comida, casi como un ritual, detenerse a mirarlo y disfrutar uno a uno de los elementos que lo conforman y finalmente, agradecer y si se puede, exclamar: ¡Qué delicia de comida!







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