La muerte

Cementerio La Recoleta. Buenos Aires Argentina 2017. Foto: Diana Socha Hernández.

Llorar, dejar que las lágrimas salgan sin control. Una presión en el pecho. El aire falta y las manos sudan. ¿Por qué? No voy a verla nunca más, no volveré a escucharla, no planearemos reuniones, no celebraremos más cumpleaños, no hay más oportunidades. Murió.

La muerte afecta a la que se queda, a la que sigue viva.  

Desde hace siglos la muerte de otra persona se convirtió en un ritual y en una serie de especulaciones y creencias que se han practicado dependiendo de la cultura, del país y de las ideologías. La que se va, debe ser despedida, debe ser recordada y se han repetido durante décadas frases como: "ella estará con nosotros, en nuestros corazones", "debemos orar por su alma, para que llegue al descanso eterno", "la recordaremos por siempre", "su legado continuará", entre otras, el motivo puede ser, para intentar sanar el dolor de su partida.

En el texto Historias de la Muerte, escrito por Michel Vovelle, en diciembre de 2002, nos relata que: "la muerte es una invariable de la cual no nos podemos deshacer. Sin embargo, históricamente ha cambiado sin cesar y es una extraordinaria reveladora de las concepciones, ideologías, mentalidades y comportamientos humanos" por ejemplo, la antropología ha encontrado esqueletos enterrados con sus propias pertenencias, vasijas, joyas y prendas. En China se rinde culto a sus ancestros por medio de esculturas y altares que eran custodiados. Las momias en Egipto, se justificaban porque: "los antiguos egipcios, aún después de morir, se resistían a abandonar los espacios vitales de la naturaleza y de lo divino", como lo explica en su artículo: La muerte desde la mirada de la historia, la literatura y el arte de Luis Rafael García

El arte también ha interpretado por años la muerte en pinturas, esculturas, en la música y en la literatura desde diferentes enfoques. Y desde el periodismo no le ha quedado de otra que relatar las muertes de los otros, ya no de forma romántica ni heroica, como en otras épocas, sino como insumo para generar memoria histórica. Para que no olvidemos esas muertes. Recordemos solo algunos de los textos en donde la protagonista es la muerte: La Peste de Albert Camus, A Sangre Fría de Truman Capote, Santa María de las flores negras de Hernán Rivera Letelier, Operación Masacre de Rodolfo Walsh, Los suicidas de fin del mundo y el Rastro de los Huesos de Leila Guerriero, solo por citar algunas. O películas como La noche de los lápices de Héctor Olivera, El Juicio de los 7 de Chicago de Aaron Sorkin, Silencio en el Paraíso de Colbert García, La virgen de los Sicarios de Barbet Shroeder, Satanás de Andrés Baíz, entre otras. 

Durante décadas en Colombia nos han narrado la muerte de ciudadanos, provocadas por otro ser humano, por una enfermedad física o mental, por accidentes y hasta por sacrificio. La muerte de personajes reconocidos por fallas en su salud, o porque tomaron la decisión que ya era tiempo de partir de este mundo, nos duelen, algunas las lloramos, pero si no son nuestras amigas, compañeras o familiares, es posible que el dolor no sea tan intenso. En la canción Mil Maneras de Morir de Andrés Cepeda y  Monsieur Periné, nos recuerdan que: "Mueren inocentes, mueren por valientes, como Víctor Jara y Jaime Garzón... matan estudiantes y hasta gobernantes, solamente porque dicen la verdad. Mueres en la guerra, al defender tu tierra o si cruzas ilegal por la frontera..." Durante décadas muchas personas han muerto de esa forma y aun con los avances, desarrollo en las ciudades, con lo que sabemos de historia, esto sigue pasando. Entonces cuando se trata de masacres, sicariato, desapariciones, atentados, donde mueren inocentes, son muertes dolorosas y no son fáciles de aceptar, aunque la que muera no sea una conocida, nunca la haya visto en mi vida, jamás me la haya cruzado camino a casa, el dolor es tan profundo, esta lleno de rabia, impotencia, y las frases más usadas son: "¿Por qué pasa esto?, ¿Cómo es posible que se comentan estas injusticias?, No podemos hacer nada, qué impotencia, qué injusticia, pobre gente, pobre familia, la debe estar pasando muy mal", entre otras.

Buenos Aires Argentina 2017. Foto: Diana Socha Hernández.

Estas muertes nos duelen profundamente, porque podríamos ser nosotras las que estamos pasando por esas injusticias. Y leer la historia es muy doloroso: ¿conocen la conquista de Colombia, la Navidad negra en 1822, la masacre de sastres en 1919, la masacre de las bananeras en 1928, las masacres que ocurrieron desde 1939 y que no han parado hasta nuestros días? Un disparo, la tortura y luego la muerte, morir frente a sus hijos o familia, ver que sacan a su hijo por la fuerza de casa y no volverlo a ver, saber que iba a conseguir trabajo en la mañana y se hizo de noche y no regresó, la última vez que supo de ella, trabajaba en el Palacio de Justicia y no la volvió a ver, iba camino al campo a visitar a su familia y nunca llegó, salía del trabajo a casa y fue violentada y encontrada muerta, estaba en una fiesta y la mataron, iba camino al trabajo y unas personas en moto le cerraron el paso y le dispararon, iba a la droguería y una bomba explotó justo cuando salía, vive en el campo y por una bala pérdida muere entrando a su casa, le sirve un café muerta del susto a un hombre armado y luego llega otro y le dispara con el argumento de que esta colaborando con la guerrilla, o con un paramilitar o con la Policía o con el Ejército,  estaba en una marcha, protestando por el mal manejo del gobierno y es encontrada muerta, le dispararon mientras corría para protegerse, o murió por un ataque respiratorio en su casa porque un gas lacrimógeno cayó en su patio.

No podemos revivir a nuestras muertas, ellas ya  no están aquí, solo nos queda recordarlas con cariño y compartir con las otras generaciones esas vivencias, las anécdotas y todo lo bonito que quedó en nosotras. No olvidar la razón de su muerte, dejarlo escrito, usar el arte para que sigan sus ideas, para que continúe su recuerdo por muchos años más.

Todas sabemos que algún día nos llegará ese momento, sin embargo, tratamos de ignorarlo. Algunas viven intensamente sus días. Se proponen hacer felices, y dejar en las personas que conocemos, algo por qué ser recordadas. Otras, pasan días tratando de sobrevivir, con la meta de conseguir algo para comer mañana, dónde dormir y luchando porque el siguiente día no sea el último de su existencia. En el texto El Sentido de la Muerte, escrito por Mijaíl Málishev, en el 2002, nos narra que: "El hombre conserva la esperanza de escapar a la muerte un día más, quiere aplazarla, llevando su esperanza hasta el límite, hacia el lejano horizonte." Alguien dijo que un día vivido era un día menos que teníamos y en ese sentido la frase cliché que muchos repiten al despertarse es: "vivir el día como si fuera el último". Nuestra muerte es inevitable. Solo espero que no sea trágica para nuestros seres amados.



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